Por César Augusto
Sultan Khan, el sirviente que humilló a un imperio.
“El relato de su vida se construyó
sobre unas condiciones de esclavitud y, a
pesar de que alcanzó la gloria deportiva,
nunca se le reconoció como lo que fue:
un verdadero genio. La historia de Sultan
Khan, es la triste historia de un sirviente
indio, pero es también la de un héroe que
fue devorado por las fauces del olvido”.
Manuel Azuaga Herrera
La novela que nos quedó a deber Rudyard Kipling.
Veamos por qué…
Hace ya algunos años, en “Hechiceros del tablero” leí una curiosa historia que me llamó poderosamente la atención.
El relato es el siguiente:
Sultan Khan es uno de los personajes más interesantes y misteriosos de la historia del ajedrez. Era un siervo hindú analfabeto, cuyo señor, coronel del ejército británico, se fijó en su gran talento jugando a la versión india del ajedrez. No olvidemos que estamos en los tiempos en que la India era una colonia británica. Su amo viajó a Gran Bretaña en 1929, y llevó al talentoso pero totalmente iletrado jugador con él. Gracias a ello, participó en el campeonato británico, ganándolo, lo cual supuso todo un golpe para la sociedad británica de aquel tiempo, tan clasista y todavía con reminiscencias victorianas. Sólo hacía tres años que había aprendido las reglas del ajedrez clásico. Ganó tres veces el campeonato británico.
Para hablar de Malik Mir Sultan Khan, debo mencionar primero al chaturanga, el ajedrez primitivo cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos.
Con todo y que se dice que Chaturanga es la unión de dos palabras sánscritas: chatu que significa “cuatro” y anga que significa “apoyo”, el Dr. Ludwig Von Fritz, mi despiadado entrenador de ajedrez, sostiene de manera, por demás testaruda y no sin razón, que Chaturanga es una suerte de ajedrez primitivo, y da como fuente el Mahabarata (estamos hablando del siglo III antes de Cristo) que es el escrito más antiguo en el que se hace referencia al juego ciencia.
Según esto, “chaturanga” significa “cuatro reyes” y nos indica. que en esa antiquísima versión del ajedrez, en el campo de batalla intervenían cuatro ejércitos, comandados por cuatro reyes respectivamente. No obstante, hay otras fuentes que refieren el término chaturanga al concepto de “cuatro miembros”, en la idea de que chatur significa ‘cuatro’ en sánscrito, como ya se dijo líneas arriba, y anga que significa ‘miembros’, es decir los cuatro miembros que integran un ejército: infantería, caballería, elefantes y carruajes.
De cualquier manera, se supone que en el año 600 después de Cristo, ya el ajedrez había evolucionado tanto que de alguna manera se aproxima al juego que conocemos en la actualidad. De la mano de los árabes, el ajedrez llega a Europa en la edad media con el nombre de shatranj, término del que derivó el nombre actual de “ajedrez”.
Fue esta modalidad de ajedrez la que aprendió a jugar Sultan Khan a la edad de nueve años. En el chaturanga los peones no pueden avanzar dos casillas desde su posición inicial y el rey no puede enrocar. Con solo estas dos reglas, que no son las únicas, se cambia por completo la estrategia y el ritmo del juego clásico. Había nacido en 1905 en la región del Punjab. Tuvo nueve hermanos. Todos jugaban ajedrez, pero ninguno podía ganarle. Dueño de una memoria portentosa, se cuenta que memorizó el Corán por completo después de años y años de estudiarlo con empeño. Debido a sus destacadas cualidades como jugador, fue inscrito en Delhi en un torneo nacional de ajedrez, ganando la justa de una manera abrumadora. Un coronel musulmán Umar Hayat, asistente militar honorario del rey Jorge VI, impresionado por el genio del joven ajedrecista, movió todas sus influencias hasta convertirlo en su sirviente. A partir de ese momento, el joven de aspecto triste y desolado que jugaba al ajedrez como un maestro, pasó a ser de su propiedad.
Y es así como, en 1929, Sultan Khan, experto en chaturanga, fue traído a Europa para enfrentar a lo mejor de la élite mundial. Tuvo que aprender a jugar con las reglas del ajedrez clásico, a las que se adaptó de manera natural. A pesar de su nombre tan ampuloso, para la sociedad británica, Sultan Khan era un joven sirviente de un personaje muy influyente, el ya referido Umar Hayat, que lo trajo a la Gran Bretaña. Era analfabeta y debía contar con el apoyo de un secretario que se encargaba de la anotación de sus partidas.
Era un jugador intuitivo. Desconocía por completo la teoría de aperturas y se orientaba sobre el tablero solo apoyado en su fino olfato ajedrecístico. Su nivel de juego era el de un Gran Maestro Internacional. Su amo (lo siento hay que decir las cosas por su nombre) introdujo a Sultán Khan en el British Chess Club. Su aspecto era bien curioso. Lo vestían de smoking, con corbata y turbante. Pero más allá de su aspecto un tanto cuanto extraño participó y arrasó en los torneos de Londres en 1929, 1932 y 1933. Se convirtió en el mejor jugador de la Gran Bretaña. Tanto, que, a despecho de su humilde origen, en las olimpiadas de ajedrez de 1930, 1931 y 1933 el hindú ocupó el primer tablero representando a Inglaterra, derrotando a los más grandes maestros entre ellos Akiba Rubinstein, ShaloFlohr, Savielly Tartakower y el mismísimo Capablanca.
Se cuenta que el gran José Raúl Capablanca, al rendir su rey ante Sultan Khan, se puso de pie y deportivamente dio inicio a la salva de aplausos que estalló en la sala como tributo al genio hindú. El esclavo había derrotado a la leyenda.
Fue en 1933 cuando alcanzó su máximo nivel colocándose entre los diez mejores jugadores de la época. Naturalmente, el Ramanujan del ajedrez causaba sensación donde quiera que se presentaba. No solo era una curiosidad por su raro aspecto, sino un genial jugador de ajedrez.
Pero el tiempo vivió en Inglaterra fue de tan solo cinco años. Su amo decidió volver a la India, llevándose consigo a Sultan Khan. Se sabe que en su patria todavía se dio el lujo de propinar una aplastante derrota al campeón del país. Poco tiempo después abandonó el ajedrez por considerar que el juego ciencia es un “juego muy difícil”. Murió en 1966, al parecer de tuberculosis.
Queda en el aire la duda de hasta donde hubiera llegado Sulthan Khan si no regresaba a La India y desarrollaba todo su potencial. Posiblemente la historia de los campeonatos mundiales hubiera tomado otro derrotero. Siempre he creído que Sulthan Khan fácilmente hubiera podido disputar la corona mundial. Y no dudo que hubiera destronado a Alekhine o a quien se le pusiera en frente.
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