Teoría literaria, ¿para qué?
Por Ana Livia Salinas González
En su afán de conocimiento, el hombre siempre ha buscado el por qué y el cómo de todo, y la magia de la escritura creativa fue un desafío. No bastaba con recrearse en la lectura, había que encontrar el milagro, el secreto, la técnica, la fórmula creadora: desarrollar una teoría literaria para determinar qué es lo que hace que un texto sea considerado literario.
Aristóteles, en el siglo IV a. C., desarrolla en la Poética una descripción de las formas literarias de la época y los conceptos de mímesis y catarsis; en Oriente, Liu Xue (456-521) publica El corazón de la literatura y el cincelado de dragones (Wenxin Diaolong), un libro de crítica y normas literarias. En la Edad Media la crítica se centra en los textos religiosos a través de la hermenéutica y la exégesis.
La literatura renacentista, el Romanticismo y el Clasicismo, fueron antecedentes del surgimiento de la teoría literaria, y a mediados del siglo XIX, los estudios literarios estuvieron guiados por el positivismo, que interpretaba los textos en relación con la historia y la biografía de su autor. Las ciencias estaban logrando su desarrollo y los estudiosos pensaron que, para evitar subjetividades, lo mejor sería utilizar métodos similares, por lo menos así lo demandaba el método histórico-literario que quería evitar prejuicios estéticos y postulaba un método de investigación empírica.
El positivismo percibía en las ciencias la base de la actividad teórica, de la construcción del saber humano, pero a principios del siglo XX, los denomina dos formalistas rusos se cuestionaron el por qué algunos textos eran considerados literarios y otros no, ¿qué características o rasgos podían distinguirlos unos de otros? Al igual que ellos, la Nueva Crítica (New Criticism), en Gran Bretaña y Norteamérica, negaba la utilización de datos biográficos o psicológicos del autor y proponía el estudio del texto lejos de la intención autoral o de la interpretación del lector.
Desde los primeros años del siglo XX, la filología, la filosofía del lenguaje y la estética tuvieron gran evolución, y se ligaba a los estudios literarios con ellas. Los formalistas rusos querían que estos estudios fueran independientes, que contaran con su propia teoría y métodos de análisis. Así, a raíz de nuevos cuestionamientos, la teoría literaria surge como una respuesta para comprender como funciona un texto literario. René Welleck y Austin Warren afirman que la crítica y la historia literarias “intentan, una y otra, caracterizar la individualidad de una obra, de un autor, de una época o de una literatura nacional, pero esta caracterización solo puede lograrse en términos universales, sobre la base de una teoría literaria. La teoría literaria, un organon metodológico, es la gran necesidad de la investigación literaria en nuestros días.1
No todas las teorías han desarrolla do métodos para asegurar que el trabajo del crítico no se vea influenciado por sus gustos y apreciaciones personales. Mukarovsky nos dice que tal cuestión es un sueño idealista: “Se esperaba que, un día, los hechos acumulados ‘hablarían’, sin los inconvenientes de la ‘interpretación’. Pero a pesar de las mejores intenciones, de ésta no había, ni hay, escapatoria. Nietzsche, como el primer gran desconstructivista moderno por ostentar su filosofía del martillo, pondrá de cabeza la pretensión positivista (y los formalistas lo leerán cuidadosamente).2
D. W. Fokkema y Elrud Ibsch, en su libro Teorías de la literatura del siglo XX3 nos dicen que casi todos los teóricos de la literatura en Europa se basaron en la tradición formalista. Y es que, aunque muchos se casaron con la idea de que era posible el estudio científico de la literatura, los formalistas fueron los más serios al respecto. Jakobson había reclamado en 1921 “…la necesidad de que la ‘ciencia de la literatura’ (nauka o Hterature) se considerase verdaderamente una ciencia. Tinianov afirmó igualmente que ‘para llegar a ser una verdadera ciencia, la historia literaria tiene que conseguir la precisión’ (1927, pág. 435).4 Pero quien plantea un moderno concepto de investigación científica literaria es Eichenbaum, en 1926:
Establecemos principios concretos y les damos la extensión que el material permite. Si el material requiere una mayor elaboración o alteración, seguimos adelante elaborándolo o alterándolo. En este sentido nuestras propias teorías nos decepcionan relativamente, como debería pasar en toda ciencia, ya que hay diferencia entre la teoría y las convicciones. No hay ciencias preestablecidas. La vitalidad de una ciencia no se mide por su capacidad de establecer verdades sino por la de vencer errores (1926, páginas 3-4).5
No existe la verdad absoluta, pero si una aseveración no tiene fundamento, debe eliminarse. Esta premisa motivó a los formalistas al estudio científico de la literatura, a examinar sus propiedades universales o generales. Jakobson declaró objeto de la ciencia literaria la “literaturidad” y no los textos literarios. Para él, como para Eichenbaum, entre otros formalistas, los principios que hacen que un texto sea una obra de arte son el motivo de estudio. Estos principios, llamados mecanismos o propiedades de la literatura, podrían tomarse del texto para ser estudiados por separado del texto y su contexto.
El formalismo engendró al estructuralismo, y junto con ellos surgieron otras teorías: la Estética de la recepción, el deconstruccionismo, el nuevo historicismo, semiótica, estética, entre otras. Todas las teorías pueden servir a los investigadores de las letras para hacer sus espléndidos estudios literarios. Sin embargo, es con una frase de Jacques Derrida, teórico de la deconstrucción, que cierro este breve ejercicio: “Si alguna noción puede aplicarse al texto es, precisamente, la de que no es portador de ninguna verdad, sino de una dispersión de significado
1WELLEK R. y Warren A., Teoría Literaria, Editorial Gredos, Madrid, 1985, Pp. 22
2MUKAROVSKY, Jan. Signo. Función y valor. Estética y semiótica del arte. Edición, introducción y traducción Jarmila Jandová.
Emil Volek. PLAZA & JANES, Editores Colombia S. A., Colombia, 2000. Pp. 43
3FOKKEMA, D. W., Elrud Ibsch. Teorías de la literatura del siglo XX. Estructuralismo, Marxismo, Estética de la recepción, Semiótica. Ediciones Cátedra, S.A., España, 1992.
4 Bis, Pp. 29
5 Bis, Pp. 29-30.
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